Se trata de una poderosa herramienta de relajación mental que ejerce una gran influencia en cuerpo y mente, generando una gran sensación de paz y bienestar.
Procedentes de Nepal, pero con muchos interrogantes en torno a su origen, los cuencos tibetanos han llegado hasta nosotros como instrumentos sonoros con una capacidad sin precedentes de penetrarnos mediante sus vibraciones. Elaborados originalmente a mano con una aleación de 7 metales, aludiendo a los siete astros conocidos en la época (incluyendo la luna y el sol)
Si se golpea el cuenco, su sonido es parecido al de una campana. Si son frotados en la zona exterior, el sonido se convierte en un gran zumbido; cuando añadimos agua al cuenco y frotamos el exterior obtenemos el zumbido y la vibración de las ondas sonoras que hace vibrar el agua contenida en el cuenco.